Nunca es tarde para aprender: Benigno Vargas - Tlaxcala

2023-01-05 15:43:49 By : Ms. mary hou

Nunca es tarde para aprender y mucho menos para tratar de superarse, afirma don Benigno Vargas Martínez, un hombre que a sus casi 77 años de edad, estudia, se prepara y busca innovar en trabajos artesanales de curtido de piel.

Hombre dedicado por años a la industria textil, en donde fue obrero, ahora se ha reinventado hasta convertirse en un entusiasta emprendedor que maneja, administra y promociona su micro empresa dedicada al curtido y fabricación de artesanía de piel.

Desde hace casi dos décadas, con Benigno inició con la idea de formar su propia empresa.

Temeroso de su futuro y la nueva vida que enfrentaría, pues estaba muy cerca de su jubilación, por cesantía, en una empresa textil, pensó a qué se dedicaría, pues se sentía en plenitud para seguir produciendo.

“Soñaba ya en jubilarme, ya quería disfrutar lo que había ganado, pero pensé que todavía tengo posibilidades de seguir y como siempre me llamó la atención las manualidades, los trabajos de carpintería y cosas así, busqué cursos de capacitación en los fines de semana, con miras a trabajar por ratos en algo que me gustara y me mantuviera entretenido”, rememora.

Aunque tiene una discapacidad auditiva, quizá propiciada por el ruido de la factoría en la que laboró por décadas, don Benigno recuerda que se inscribió a un curso de curtido de piel.

El curtido de las pieles es uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Tuvo su origen cuando nuestros antepasados prehistóricos comenzaron a utilizar las pieles de los grandes mamíferos para protegerse de las inclemencias del tiempo. Con diversas técnicas, refiere don Benigno, convierte la piel en un material duradero, que no está sujeto a descomposición por mecanismos físicos o biológicos.

Eso lo aprendió en dicho curso y empezó a realizar sus primeros trabajos con pieles de conejo, principalmente.

“En mis días de descanso de la fábrica hacía mis trabajitos, cosas pequeñas, como llaveros, orejeras, cosas sencillas, las cuales iba vendiendo con amigos, vecinos, compañeros y familiares, pero con el paso de los días había gente que me iba pidiendo otro tipo de cosas o hasta me daban ideas, ya que me pedían algunas obras que ni sabía que existían, mucho menos el hacerlas, pero fui investigando, preguntando y me metí a más talleres”, recuerda.

Al poco tiempo llegó el momento de decir adiós a los telares, a los hilos y a la maquinaria, porque el día de su jubilación se hacía presente. Y aunque con un dejo de nostalgia, recuerda, abandonó lo que había sido parte importante de su vida.

“Por momentos pensé y ahora qué voy a hacer, me voy a morir de tristeza sin hacer nada, porque te cambia la vida. Así le ha pasado a mucha gente, que trabaja toda su vida para pensionarse y lo disfrutan poco, porque enferman y mueren de tristeza. No fue mi caso, porque ya sabía a qué me iba a dedicar, porque no puedo estar sin hacer algo”, presume don Benigno, mientas acomoda las correas de un cinturón que termina de pulir.

Así que con sus nuevos aprendizajes, el otrora obrero se transformó en un emprendedor y aunque su negocio no tiene nombre, él acude a exposiciones, a ventas de artesanos y a todo aquel lugar en donde los convoquen para difundir sus productos que ahora son cinturones, carteras, cantimploras, monederos de piel e incluso hechos de armazones o conchas de tortugas, armadillos, así como portafolios y hasta fundas para lentes de cámaras fotográficas.

“Sigo aprendiendo, porque como todo en la vida, siempre hay cosas nuevas, porque muchas veces llegan clientes que piden alguna pieza que tú ni imaginas, pero te dan la idea y ahí vas mejorando tus productos. Sigo estudiando en curso, ahora ya hago grabados, tallado en madera y piel.

“No me quedé con lo que tenía, porque además de los cursos de curtido, también he ido a capacitación en tallado de madera, carpintería, trabajos en semillas, pirograbado en madera y piel, y en todo lo que se pueda, porque siempre está uno con la necesidad de aprender”, refiere con firmeza:

Don Benigno reconoce que su trabajo es una especie de hobby que le permite ganarse un poco de dinero, pues afortunadamente, afirma, “tengo mi pensión. Lo que hago no es para vivir sino para entretenerme, además sigo aprendiendo, porque he leído que si la mente sigue trabajando también es una forma de mantener la salud”.

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