Navidad en Bogotá: el pesebre ecológico que emergió de una laguna - Bogotá - ELTIEMPO.COM

2023-01-05 15:54:33 By : Ms. Bella Zhang

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Pesebre hecho de junco que sale de la laguna de Fúquene.

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El cielo se vale de óleos naranjas y rojos para pintar tachones que anuncian una tregua a las lluvias en la región. Al fondo, el templo de Fúquene de simple belleza enmarca la plaza principal. José Agustín Briceño sale de la casona vieja donde funciona una de las tiendas más antiguas del pueblo, los niños lo saludan y lo reconocen como uno de los artesanos encargados de hacer el pesebre más famoso de la región. (Lea también: El creciente fenómeno de la venta de vivienda de descanso en la región)

En la madrugada llovió. Un olor a pastura húmeda llega desde las montañas cercanas, los chicos corretean tras la pelota usando nombres de famosos futbolistas del mundial, mientras un puñado de personas se agolpan frente a la pantalla de televisión en una cafetería local para ver un partido. José interrumpe un segundo. “Voy a sacar el pesebre porque toca terminarlo antes de las novenas, cuando llega mucha gente a tomarse fotos”. El anuncio es un atracción para los niños, quienes lo siguen a la bodega donde se guardan las figuras en junco que son orgullo de esta población. Las puertas de un garaje vecino a la plaza se abren y queda un dejo de hierros que se rozan. Del interior surge un aroma a madera añeja, a cosas que se desvanecen por el paso inexorable del tiempo. “Aquí tenemos a la Virgen María”, dice José al tiempo que carga al hombro una figura de dos metros. Sus ayudantes apoyan la faena que se repite con San José, los tres Reyes Magos, el niño Jesús, la mula y el buey. Los vecinos se detienen a ver las figuras. Solo falta ajustar detalles en el pesebre antes que se estrene como atractivo decembrino, algunos aprovechan para tomarse fotos con San José, de rostro serio y porte altivo que dobla en estatura a José el artesano. “Este es el resultado de un trabajo en equipo con Darío y Eduardo Castiblanco, Julio Pachón, Enrique Rodríguez, Flor Alba Briceño y la señora Rosa Pachón. Cada uno aporta para tener estas figuras que tanto le gustan a la gente”, explica José, quien se protege con su cachucha del sol.

“La primera vez que lo presentamos fue en 2020, después de que los artesanos trabajaran en el pesebre durante 12 meses. Ese año vinieron unas 50.000 personas y eso fue un alivio para la comunidad”, dice Magda Ortiz, secretaria de Gobierno de Fúquene. (Además: El creciente fenómeno de la venta de vivienda de descanso en la región) Para José el pesebre significa mucho: es una oportunidad de turismo, de mostrar su trabajo y al tiempo de enseñar que la naturaleza es mágica. “Hicimos las primeras figuras gigantes gracias al apoyo de la CAR, que nos ayudó con material vegetal que sacan de la laguna; la alcaldía nos dio un impulso económico y nosotros aportamos a la naturaleza ayudando a limpiar la laguna”, concluye José, quien lleva 25 años en la actividad de trenzar bejucos para convertir ‘maleza’ en obras de arte. Tatiana Forero, gestora del programa Negocios Verdes de la CAR, explica que más de 300 personas se dedican a la elaboración de artesanías a partir de junco y elodea extraídos de la laguna, una labor que contribuye a la limpieza del espejo de agua de 30 hectáreas. El artesano de 57 años, no se cansa de mostrar las bondades de este pesebre y de su trabajo. Mientras anuda los bejucos que sirven de adorno al manto de María Santísima asegura que “este material dura hasta 10 años y al ser orgánico cuando se descompone vuelve a la tierra, sin ningún problema”.

Antes del mediodía José da instrucciones para guardar el pesebre. Cae una llovizna repentina, los chicos se despiden mientras saborean la mezcla de la lluvia con el sudor de sus frentes. Ahora en los talleres ubicados a 6 kilómetros de la plaza del pueblo, a orillas de la laguna, las casas centenarias de Fúquene parecen quedar suspendidas entre las nubes grises que aparecen súbitamente en el cielo. En una curva de la carretera que comunica a Ubaté y Chiquinquirá está el taller que por más de 20 años regentó Jorge Castiblanco, pionero de las artesanías en la zona y a quien recuerdan con cariño. Falleció en 2021 por covid-19. Como banda sonora del taller suena un martilleo constante. El lugar es una fiesta de olores a corteza, hojas secas y laca. Un joven trabaja con la pulidora sobre una pieza de madera, virutas y pelusas que flotan en la atmósfera bañada por la luz que rebota desde el espejo de agua. “En este lugar se hacen los moldes, primer paso en la elaboración del pesebre”, dice José. Desde el lugar se aprecia una pequeña embarcación que se abre paso en medio de las terrosas aguas. “Allá están los juncos que sacamos en época de verano, los lavamos con jabón y los ponemos a secar”, precisa este hombre, quien luego agrega: “Ahí como usted lo ve es mucho lo que toca trabajarle a esas plantas, desde que recoge el material, se corta el junco y se seca”, agrega. Al calor de un tinto, José no puede ocultar su ansiedad por el estreno del pesebre en el parque. Es una fecha especial que todos esperan. “Algunos hasta estrenan ropa”, asegura orgulloso por el deber cumplido de vestir de gala a su municipio con el pesebre ecológico más visitado de Cundinamarca. JORGE ERIC PALACINO ZAMORA REDACCIÓN BOGOTÁ. 

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