Koons y su fetiche de acero inoxidable

2023-01-05 17:52:06 By : Mr. Geraint Guan

Ningún parecido con las tribus de artistas y curadores que trajinan las vernissages de ferias y bienales de arte contemporáneo vestidos con remera, saco y chupines negros. Bien lejos de ellos, Jeff Koons se presentó la semana pasada en Buenos Aires enfundado en un traje color azul plomo, corbata al tono, prolijo corte de pelo y zapatos de cordones finos. Podría decirse que el atuendo responde más al phisique du rol del vendedor de bienes raíces de los años 50 o 60. Su sonrisa permanente, sus modos corteses y esa voz de susurro como a punto de deslizar un secreto conveniente parecen guardar la memoria de las maneras propias de quien vive de convencer a sus clientes. De hecho, antes de dedicarse por entero al arte, Jeff Koons trabajó en el MoMA en el área de membresías: su tarea era sumar nuevos miembros a la institución. Luego tuvo un breve paso por Wall Street que debe haberle dejado enseñanzas, a juzgar por la precisión con que su producción se insertó en el mercado global a partir de los 90.

Consagrado como uno de los artistas más caros y exitosos del momento ( hoy lo uno viene asociado a lo otro), en el verano boreal de 2014 el Museo Whitney le didicó una retrospectiva que convocó una legión de seguidores. Lo curioso es que no fue un fenómeno acotado al ámbito americano: se repitió al año siguiente en el Pompidou de París y en el Guggenheim de Bilbao. Nadie como este artista representa hoy los gustos de la clase media americana proyectados a escala global. El fetichismo de los electrodomésticos, el irresistible encanto de los souvenirs europeos, la festiva parafernalia de los parques de diversiones y la solapada fascinación por lo erótico que lo llevó a exponer con lujo y detalle su relación con Ilona Staller/ Cicciolina. Con la estrella porno- parlamentaria italiana convertida en su esposa, el propio Jeff Koons protagonizó Made in Heaven , la serie de escenas de sexo y posiciones del Kamasutra conformada por pinturas a escala afiche publicitario, esculturas de cristal, madera y mármol.

De la exhibición itinerante que se originó en el Whitney y reunió todas las series que el artista trabajó desde fines de los 70, se vieron varias imágenes en el Auditorio del Malba, proyectadas como telón de fondo de la larga conversación que mantuvo con el director del museo, Agustín Pérez Rubio. Eso antes de descubrir a Ballerina sentada, una de las dos piezas (la otra es Plutón y Proserpina , según el original de Bernini) que Eduardo Costantini compró para Oceana Bal Harbor, el condominio de lujo que construyó en Miami. La escultura de algo más de dos metros de alto, inspirada en una figurita de porcelana llevada a esa escala mayor en acero inoxidable pulido calidad espejo y patinado en color transparente, viajó desde Frankfurt a Buenos Aires para ser emplazada en la explanada del museo. A diferencia de otras piezas de Jeff Koons, Ballerina presenta aspectos inquietantes. Más allá de la delicadeza formal de su cuerpo espejado que se inclina sobre sí mismo, tiene algo de heroína cyborg. Da la impresión de que, de ponerse de pie, se convertiría en un ser amenazante.

Sobre la conexión entre estas figuritas llevadas a gran escala gracias a un sofisticado sistema de producción industrial y la primera serie de objetos inflables de vinilo con espejos y los electrodomésticos de la serie New de fines de los 70, conversamos con el artista, quien desplegó en cada respuesta un discurso espiritualista colmado de reflexiones trascendentales.

–¿Cómo es que llega al barroco desde aquella producción de los 70?

–Siempre disfruté de la filosofía. En la escuela de arte comencé a leer a Nietzsche, Kierkegaard y Hegel. Todas ideas que tenían que ver con encontrar un sentido de la vida en la expansión del ser. Cuando pude pasar más tiempo en Europa y visitar iglesias barrocas, me interesó el sentido del equilibrio que se encontraba en la combinación de polaridades. Lo simétrico y lo asimétrico; el sentido de lo eterno y lo biológico; lo material y lo espiritual. Siempre me interesó ese juego de opuestos. Pienso en cuántas más polaridades se reflejan en la energía de la vida.

–En varias ocasiones usted se ubicó como sujeto de su obra, algo que en la cultura pop americana también hizo Warhol de modo celebrado; ¿se siente deudor de él?

–Me encanta la obra de Andy y, si Andy fuera algo parecido a una figura paterna, Duchamp debería representar la del abuelo. Todos venimos de algún lado. Duchamp mismo puede ser vinculado a artistas como Manet o Courbet y todos a su vez están conectados con Leonardo, que es lo mismo que decir que participan del humanismo en general. Hay una larga historia de artistas que han usado su propio yo como sujeto de su obra. Velázquez, Tiziano... muchos artistas se pintaron a sí mismos además de haber incluido a otros artistas en sus pinturas. Pienso que es solo un modo de referir. El objeto no es lo importante. Lo importante es celebrar la vida y la posibilidad que ello representa para el individuo y para la comunidad. El objeto es solo un vehículo para comunicar esa información. Lo verdaderamente maravilloso es el arte y el arte es algo efímero, etéreo, que trasciende el objeto. Lo que importa es lo que pasa con los individuos cuando toman del objeto una información.

–Sin embargo sus obras no solo parecieran celebrar el objeto en sí mismo sino todo el sistema de objetos...

–Celebran la aceptación. El uso de estos objetos es solo una metáfora de la propia aceptación y de la aceptación del otro.

–Sí, el mundo del arte presenta diferentes niveles de discriminación en algún sentido. El arte puede servir para “empoderar” a la gente o todo lo contrario. Depende de cómo la gente ejerza su poder. Siempre intento hacer trabajos que contribuyan a empoderar a la gente, a mí mismo o a la gente a mi alrededor. Quisiera compartir esa decisión con la gente. Siento que la propia aceptación es el mejor modo de empoderamiento personal. Lo mantiene a uno conectado y no segregado del mundo. Así todo deviene metáfora. Por ejemplo, si hablamos de Warhol, lo que me interesa de su trabajo es el fondo de sus pinturas. Esos fondos te muestran que negro y naranja pueden convivir en una pintura y pueden ser iguales o equivalentes como el rosa y el azul juntos. O como el naranja y el verde o un púrpura ácido. Es todo lo mismo y maravilloso. No hay grandes secretos.

Jeff Koons Bailarina sentada Lugar: Explanada del Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415 Fecha: hasta el 5 de septiembre Entrada: gratis

TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA

Comentar las notas de Clarín es exclusivo para suscriptores.

Juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, EN VIVO: un patovica contó que el ataque fue con "saña brutal" y otro, que la víctima le pegó a Máximo Thomsen en la pista

Video: así fue el primero gol de Cristiano Ronaldo en Al Nassr

La razón detrás del fenómeno por el que las mujeres rusas pagan desde 3.000 dólares para parir en Argentina

Fallas en el registro de vacunas Covid en Mi Argentina: cómo hacer para resolverlo

Crimen de Fernando Báez Sosa: las claves del juicio a los rugbiers y todo lo que tenés que saber, día 3

Gran Hermano 2022, EN VIVO: la familia de Coti la sorprendió al aire y le llevó un particular regalo

Lo que tenes que saber

Las noticias más importantes del día, para leer con el desayuno.

Lo más leído del día

Enterate de lo que se habló hoy para no quedarte afuera del mundo.

Piedras 1743. C.A.B.A, Argentina

Edición Nº: 9770, 3 de Enero de 2023

Ya sos suscriptor de Clarín

Propietario Arte Gráfico Editorial Argentino S.A. © 1996-2022 Clarín.com - Clarín Digital - Todos los derechos reservados.

Lee la edición en papel